A Dios gracias por darnos la oportunidad de hacer un recorrido de veinticinco años de nuestro segundo hogar, son casi tres generaciones con el propósito de resolver la necesidad del joven de hoy que requiere cada vez más de un trabajo permanente, audaz e innovador; tarea que además de ser un gran reto para todos, estamos seguros que con docentes comprometidos en su misión formadora y padres de familia de la mano con el colegio Pedro Fermín de Vargas, lograremos alcanzarla en una comunidad ávida de ciudadanos realizados.
Pensando en hacer una realidad los sueños de obtener un título de bachiller en su propia tierra, se reunieron algunos interesados en educación liderados por el docente y primer rector, Fernando Buitrago, para ese entonces del año 1998 su gestión se materializó con la ampliación del servicio hasta grado once del antiguo plantel Alianza para el Progreso. Ya para el año 2000 se logra la primera promoción de bachilleres académicos en nuestro naciente colegio. Fueron proclamados un grupo de 13 jóvenes que orgullosos abrieron el camino de muchos otros, año a año, ansiosos de replicar esta experiencia de recibir su título en compañía de padres, familiares, autoridades y sus docentes.
El colegio recibe su nombre del prócer de la independencia colombiana Pedro Fermín de Vargas, del que se sabe su origen cepiteño, aunque los datos de su deceso son desconocidos.
Es así, como se escribe un nuevo capítulo de la nueva historia educativa en Cepitá. Para las bodas de cristal en el año 2014, se hace reconocimiento público a sus únicos tres rectores que han estado al frente del colegio y su valiosa labor y su desafiante trasegar: Fernando Buitrago, Nidia Pizza y Gilberto Ochoa. Para esta fecha los puntajes del ICFES que cuatro estudiantes los hicieron beneficiarios del Programa Ser Pilo Paga, culminaron satisfactoriamente sus estudios en la Universidad Autónoma de Bucaramanga Angie Mendoza y Angélica Sánchez; como ejemplo de que los estudiantes campesinos también pueden lograr sus sueños de ser profesionales con el apoyo estatal y el talento personal orientado por sus docentes y familiares.
Son numerosos los jóvenes que han continuado esta senda y han alcanzado el éxito en el ámbito académico, laboral, social y familiar entre otros. Varios egresados han permanecido en el territorio o han vuelto para enaltecer con su conocimiento y servicio en su terruño, porque hacen gala de la frase “en el campo está el futuro” lo que se hace realidad con constancia y esfuerzo como versa el himno de nuestro colegio. Los logros han sido muy variados, hemos visto posicionados en los deportes y la investigación científica a muchos de nuestros jóvenes, también el esfuerzo por el mejoramiento académico de sus mentores, con el orgullo de una planta docente de profesionales con estudios de posgrado y un marcado sentido de actuar como maestros con vocación y no por obligación.
Hemos afrontado como institución muchos retos, la pandemia por COVID 19 nos obligó a reinventarnos y mostrar la resiliencia que tenemos los campesinos santandereanos, asumiendo clases y actividades formativas desde casa continuando con valentía aprendiendo de manera colaborativa, con la ayuda de las herramientas digitales y buen manejo de redes sociales a nuestro alcance, del contexto rural tan particular que ofrece este Corazón del Cañón del Chicamocha.
Porque lo más importante es conservar la vida y la paz ciudadana, una tarea que se evidencia con resultados: son 264 egresados, todos exitosos y altamente útiles para la sociedad, entre ellos, encontramos cuatro estudiantes con necesidades educativas especiales que hacen parte de este maravilloso grupo entregado por el colegio y como evidencia de lo incluyente que es.
Debemos confiar en la esperanza sostenida en el tiempo que se reaviva en cada ceremonia de graduación como la del presente año con catorce ilusiones y razones más, para formar parte de la familia COLPEFEV.
Cepitá, noviembre 21 de 2024.